1.8.07

Título de propiedad

Como perfume en la piel

como azúcar en café amargo,

como juguete de un niño en Navidad,

como el bar de mis viernes,

así mejoraste mi vida.

Seguro puedo vivir sin todas esas cosas.

Sin perfume, sin azúcar, sin juguete...

sin bar.

Pero no sin vos.

Porque sos aire para mis pulmones,

sos sueño para mis noches,

sos diva de mis estrofas.

Necesito tomarte de la mano

y andar el camino, nuestro camino,

con cuestas y pendientes,

con presentes y futuros,

con días y noches.

No le temo al destino

porque en él estás vos,

completa,

con tu cuerpo

con tus miedos

con tus sueños.

Así que vení.

Sé bienvenida a mi vida

que ya es tuya, sólo tuya.

24.5.07

Carta a la soledad

Que yo recuerde ya rondabas por ahí
llamando mi atención
y me atraías
y hasta quería probarte.
Pero aparecieron ellas,
esas que estuvieron mucho y poco tiempo
y cuando podía las engañaba con vos
porque te necesitaba;
me hacías falta.

Ahora que ya no están
ahora que vivo de espejismos
aquí estás,
otra vez,
acompañando mis insomnios
ayudándome a tragar mis historias
permitiéndome hacer un trío
con esa, la que yo quiera,
y vos
y yo.

Ya me cansé de vos, te confieso,
aunque seás tan perfecta
tan incondicional.
Ya me cansé de que estés ahí
siempre
aguardándome.
Ya me cansé de diluir mis pensamientos en vos
ya me cansé de fabricar fantasías a tu lado.

Quiero que te materialicés
en un cuerpo, en un nombre.
Me gustaría volverte a extrañar.

23.5.07

Poemas sin consecuencias

Poema de una vez

Yo voy a rondar su desierto,
ese tan decorado y funcional
y quizás monte guardia afuera de la bodega
a donde mandó al destierro al corazón.
Me sentaré a deshojar las nubes de su invierno,
recogeré las ruinas que desmorona
y la veré pasar a centímetros de mis ansias,
tan cercana e inalcanzable,
y trataré de seguir el rastro de su perfume
que me encamina a la fantasía de tenerla.

Cual masoquista o como idiota
me dolerá verla perderse
con el siguiente mercenario que aparezca
y me frustrará no estar en la lista de invitados a la fiesta de su celo.
Me quedaré anhelando ser el desconocido, el forastero,
el otro hijo de puta capaz de traspasar la frontera,
esa que por ser yo no me deja cruzar.

Yo voy a escribir poemas de una vez
y me quedaré ahí donde usted me ponga,
en primera fila o de shute pretencioso,
como titular o suplente, como esencia, como sombra,
como recuerdo.
Enarbolaré mi bandera de pendejo, de soñador adicto,
y seguiré navegando en los charcos que tolere su paciencia.



PD. Para tratar de retomar el ritmo, incluiré algunos conatos de poemas que he escrito a lo largo de varios años. Algunos han sido remitidos a las mujeres que lo han inspirado; otros simplemente me sirvieron de catarsis. Mas, en general, no han tenido mayores consecuencias. Agradeceré sus críticas. Sé que no soy un poeta, pero hago el intento.

22.5.07

PARENTAL ADVISORY (explicity lirics)

Te tengo una advertencia
de pronto y no tan mala.
Ayer vi tus ojos en la luna
y arrullé con ellos varios sueños.

Te tuve,
advierto que te tuve.

Imaginar tu sonrisa es más potente que la mejor hierba,
y pude sentirte completa a mi lado, atenta,
descubriendo este mundo que no es tuyo
pero sí posible.

Posible,
advierto que es posible.

Te vi y me vi, los dos a la par.
A vos, cual exploradora adentrándote en mi selva.
Y a mi, combatiendo la invasión de mis complejos
superando mis prejuicios
sólo porque creo en vos.

Tu piel,
advierto que toqué tu piel.

Embriagarse en tu piel es fácil, vos lo sabés.
Pero también sabés
que yo puedo llegar más allá de tu cintura,
para adentrarme en tus manos, en tus ojos,
tu lengua, tu nariz y tu voz.

Te lo advierto:
Mis cinco sentidos pueden llegar a estar
sólo a tu disposición,
aun tomando el riesgo de que no lo entendás.

Asumo el reto de los cuatro centímetros que nos distancian,
y si tengo que irme
lo haré no sin antes decirte
que fui capaz de reconocerte.

Yo te lo dije:
hay algo en vos que me hace encontrarte en la luna.

Suelo no reprimir lo que siento,
y por eso te dejo estas letras
y te advierto, mujer de ensueño,
que podés llegar a ser
mi dulce sueño.

4.1.07

¡Qué vacaciones!

Es fregado cuando las fechas de fin de año no representan para uno mayor cosa. Años atrás yo solía ofrecerme voluntariamente a trabajar, mientras todo mundo se dedicaba a pensar en regalos y demás vanidades... perdón, quise decir navidades.

Pero desde hace varios años, las semanas de descanso en diciembre para mí han sido forzadas. En consecuencia, las he utilizado para compartir con amigos y seres queridos al tenor de la agüita atarantadora, y también para viajar. Esta vez, además, quería descansar: desconectarme por completo de mis dos oficios y crecer en la vagancia; en la divagación.

La primer semana, antes de Navidad, tuve oportunidad de dormir hasta tarde y de vagabundear por mi casa sin bañarme. Sin embargo, algunas urgencias se presentaron, y no tuve más remedio que ponerme, otra vez, la camiseta partidaria. Sin querer resulté ahí, ofreciéndome, otra vez y voluntariamente, para hacerme cargo de una actividad muy importante, que requería de toda mi atención y presencia.

Y así terminé en Nebaj, un lugar al norte del Quiché que conocí diez años atrás, y que dejó en mí profundas huellas de conciencia. En este pueblo del Área Ixil empezó mi acercamiento con la cultura de los pueblos originarios de esta pequeña patria mía. Compartir con sus ancianos, sus hombres y mujeres es para mí un verdadero privilegio. Por eso, la opción de pasar cinco días en tierras ixiles, entre Navidad y Año Nuevo, no me disgustó en lo absoluto.

De entrada, el viaje fue una aventura. Las nubes eran tan densas, que el helicóptero que iba a dejarme no pudo llegar más allá de San Pedro Jocopilas. Así que dio vuelta y aterrizó en Santa Cruz del Quiché, a dos horas de camino por tierra de Nebaj.

Me llevaron a la terminal y ahí abordé a un pequeño autobús. Mi desayuno: unas tortillas con carne y una Orange Crush. Pesado, sí, pero fue lo más cercano que encontré a un pan con huevo y jugo de naranja. ¿Qué le iba yo a hacer?

En el viaje conocí la música de los mentados “Capaz de la Sierra”, y pude hasta tararear alguno que otro tema de Los Bukis.

Al llegar a Nebaj me topé con un frío terrible. Eran alrededor de las 11 de la mañana, pero estaba tan gris que más parecían las 4 de la tarde. Andar sin guantes y bufanda era un atentado. Y como era 26, me topé con una práctica tradicional muy particular: la corrida del Niño Dios.

Esta costumbre consiste básicamente en correr por las calles del pueblo, cargando en hombros una pequeña andarilla que porta al Niño Jesús. Y aunque lo que se ve es ciertamente una imagen rústica que representa al hijo de José y María, esta tradición tiene poco que ver con la fe cristiana. Lo que los cofrades en verdad están haciendo es celebrar la llegada del solsticio de invierno, que fue el pasado 21 de diciembre. El Niño Dios, en consecuencia, representa al Padre Sol, al Aq’ab’al, y es llevado a los hogares de los vecinos para que ilumine sus tierras y les permita generar buenas cosechas.

La severidad del frío me hizo entender, en parte, porqué los cofrades siempre se echan un trago de aguardiente en cada casa que visitan. Yo lo hice en la noche, pues aún con guantes puestos, tenía los dedos entumecidos. Dibujaba nubes con mi aliento, y creo que tenía congelados hasta los pensamientos. En una pequeña tienda me ofrecieron cusha compuesta. Es la clásica aguardiente producida con maíz, pero combinada con distintas frutas. Hasta cardamomo dicen que tenía. Un octavo fue suficiente para retomar la temperatura, el color y el entusiasmo.

Y así pasaron los días. Trabajé mucho, sí, pero también lo disfruté. Ojalá así fuera siempre. Regresaba al hotel tan cansado, pero tan contento, que fui capaz, por primera vez en mucho tiempo, de meterme a la cama a las nueve y dormir profundamente. A pesar del trabajo, descansé.